La investigadora de sostenibilidad del banco, Federica Masut, reclama que "la inversión en armas no debería convertirse en algo normal". Suena muy lógico. No invirtamos en herramientas que puedan causar muerte y destrucción. Pero en los últimos años la invasión rusa de Ucrania ha reavivado un debate que viene de lejos en el sector financiero.
¿Deberían las instituciones financieras invertir en la industria armamentística o no? Para Triodos Bank la respuesta es clara y uno de los criterios de exclusión más importantes que tienen en común los bancos éticos es una postura clara contra las armas. No solo contra algunas (como hacen algunas instituciones financieras), sino contra todas las armas.
Las armas socavan la calidad de vida
Triodos Bank siempre ha tenido esa visión. Como afirma Masut, "como banco, queremos contribuir a una sociedad que promueva la calidad de vida de las personas con la dignidad humana en el centro. La financiación de armas está reñida con esa misión. Los conflictos armados (en cualquier lugar, en cualquier momento y por cualquier motivo) socavan la calidad de vida y cobran un precio enorme a las personas y a la naturaleza de las zonas de conflicto".
Por eso Triodos Bank no financia armas. En nuestras inversiones en acciones cotizadas, por ejemplo, excluimos por completo la industria de defensa. Además, examinamos cuidadosamente a las empresas de sectores de alto riesgo para determinar su participación directa o indirecta en la producción, distribución y/o servicios de armas.
"En resumen, tenemos una política de tolerancia cero", afirma Masut. "Hacemos una llamada a otras instituciones financieras para que hagan lo mismo. Deberíamos utilizar los recursos financieros para un cambio positivo, no para alimentar una cultura de violencia y conflicto", añade.
Incentivo perverso
¿No tienen entonces los países derecho a protegerse y garantizar la seguridad de sus ciudadanos y ciudadanas?
La posición de Triodos Bank no trata de eso, según Masut, porque "donde ya hay conflictos los gobiernos están en contacto directo con las empresas fabricantes de armas. Así debería ser (en el caso de gobiernos elegidos democráticamente). También depende de los gobiernos electos invertir o no en armas" y añade que "para las instituciones financieras la historia es completamente diferente porque las inversiones en la industria armamentista son principalmente una manera aprovecharse de productos que actualmente tienen una gran demanda (como las armas).
En otras palabras, sacar provecho financiero de la guerra y la violencia. Se trata de un incentivo perverso del que, como sector, debemos mantenernos lejos, y también a nuestros/as clientes/as".
Ollongren calificó recientemente a los fondos de pensiones como "parte del problema" porque invierten muy poco en la industria armamentista. En lo que respecta a Triodos Bank, los fondos de pensiones que no invierten en armas son “parte de la solución”.
Sin transparencia ni control
Según Masut existe otra razón importante para que las instituciones financieras no inviertan en armas. "Como sector financiero no tenemos idea ni influencia sobre para qué se utilizan", explica. "En realidad sólo invertimos en el crecimiento de la industria armamentista y sus ganancias, no en resolver (o ayudar a hacerlo) un conflicto en particular".
Esto se debe, en parte, al hecho de que el comercio de armas dista mucho de ser transparente y está mal controlado. Actualmente, sólo unos pocos países en el mundo tienen políticas que garantizan la transparencia sobre la exportación de armas. Su comercio internacional también es muy susceptible a la corrupción.
Además de eso, las armas obsoletas pueden reutilizarse (a través de mercados de segunda mano) para propósitos mucho más oscuros que proteger a las personas civiles. Las instituciones financieras tampoco tienen conocimiento ni influencia sobre eso. "Y esa es otra razón por la que deberíamos mantenernos lejos", afirma Masut.
Inversión no ética
Desde el estallido de la guerra en Ucrania, varias instituciones financieras han afirmado estar dispuestas a invertir más en el sector armamentístico. Y varios países europeos han aumentado significativamente su gasto en defensa.
Por ejemplo, un informe de la GABV muestra que entre 2020 y 2022 se invirtió al menos un billón de dólares en la industria armamentista mundial. Al mismo tiempo, los precios de las acciones de las compañías fabricantes de armas se dispararon. Para dar otro ejemplo, después de la escalada más reciente del conflicto palestino-israelí, el valor de mercado de algunas de las mayores empresas fabricantes de armas estadounidenses aumentó en alrededor de 23 mil millones de dólares.
Según Masut esto hace aún más inmoral invertir en armas ahora. "Los inversores e inversoras deben preguntarse qué tipo de inversor/a quieren ser. Quienes invierten ahora en armas probablemente obtendrán una buena rentabilidad a corto plazo. Pero se benefician de la guerra y la violencia. En Triodos Bank (y muchas otras entidades y personas) creemos que invertir es más que obtener rentabilidad y que también se trata de asumir responsabilidad y ser intencional para hacer que el dinero sirva para un cambio positivo”.
Protegerse contra la estandarización
Y hay otra razón importante por la que invertir ahora en armas es una idea mala e incluso peligrosa, continúa Masut. "De lo que tenemos que protegernos es de un cambio en las normas. Que sea normal de nuevo invertir en armas. Que ya no se cuestione, incluso en tiempos de paz. Si no tenemos cuidado, las cosas podrían seguir ese camino", afirma.
"Invertir en armas significa sacar provecho de la violencia y la destrucción. Eso no debería tener cabida en el sistema financiero que queremos construir", concluye. "Especialmente en estos tiempos de agitación e incertidumbre, como parte del sector financiero debemos atenernos a nuestros principios fundamentales y a una visión positiva de la sociedad. Y las armas no existen ni nunca existirán en esa visión".
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