Aún pienso en la “ratio de sacrificio” que Isabel Schnabel, miembro del Comité Ejecutivo del Banco Central Europeo, mencionó en un discurso a finales de agosto. Esto, en lenguaje del BCE, significa “vamos a subir los intereses para bajar la inflación y ustedes harán un sacrificio en forma de pérdida de poder adquisitivo y empleos”. De forma reciente, se ha dado un nuevo paso hacia ese sacrificio a través de una fuerte subida de tipos. ¿Por qué nadie se pregunta si es esto normal?

Los bancos centrales se felicitan por haber mantenido la inflación bajo control durante décadas. Tras la estanflación (convivencia de inflación y desempleo elevados) de la década de 1970, el presidente de la Reserva Federal de Estados Unidos, Paul Volcker, elevó de manera drástica las tasas de interés. La conocida como “La Gran Moderación” que siguió fue, en efecto, un periodo de baja inflación. ¿Pero se debió esto a los esfuerzos de los bancos centrales?

La globalización, la caída de los precios de las materias primas y los bienes de consumo, la innovación, sin olvidar también la liberalización de los mercados laborales y de productos, contribuyeron de manera importantes a esas bajas tasas de inflación. Además, la compensación automática de la inflación fue hábilmente eliminada de los convenios colectivos de trabajo. Durante casi todo este período, los trabajadores de la mayoría de las economías más avanzadas no pudieron reclamar su parte de las ganancias derivadas de la productividad. La presión sobre los precios disminuyó hasta tal punto que, en 15 años, los bancos centrales fracasaron con estrépito al tratar de lograr que la inflación alcanzara el nivel del 2 %. El remedio que usaron, la liquidez extrema, no incrementó la inflación, sino que impulsó la desigualdad de la riqueza, al crear una burbuja en los precios de los activos.

Es innegable que la economía real se ha vuelto menos sensible a la política monetaria, que es lo que dice Schnabel. La rigidez del mercado laboral ya no implica de forma automática un aumento de los sueldos. Y, como la economía se basa cada vez más en servicios y se virtualiza, el crecimiento se ha vuelto menos dependiente del gasto de capital a gran escala. Un tipo de interés estabilizador muy bajo (en la jerga financiera: tipo de interés de equilibrio) limita el margen de maniobra de las políticas de los bancos centrales.

Hay muchas razones para tener cuidado con la subida de los tipos de interés en estos tiempos de incertidumbre. Dado que los automatismos de los años 70, que aceleraron la espiral salarial, ya no funcionan, hay menos razones para preocuparse por un escenario de estanflación total. Los mercados laborales flexibles se corregirán antes que en los años 70. Las expectativas con la inflación, que es de lo que se trata todo esto, siguen ancladas con razonable firmeza en un nivel ligeramente superior al 2 %.

Dado que la principal fuente de inflación es un colapso de la oferta de energía y recursos, ahora sería el momento adecuado para invertir en alternativas: energías renovables, modelos de negocio circulares, etc. Pero el aumento de los tipos de interés hace que estas inversiones sean menos atractivas, lo que se traduce en un retraso en el incremento de la oferta y en una inflación mayor durante más tiempo. Y lo más preocupante es que las posiciones de deuda -tanto pública como privada- han alcanzado niveles sin precedentes. Aumentar los tipos de interés demasiado pronto puede desestabilizar el sistema financiero.

Sin embargo, el BCE saca la conclusión contraria: si nuestra política sólo tiene un impacto limitado, entonces deberíamos endurecerla. Hacer que más gente pierda su trabajo, cargar a los empresarios con tipos de interés más altos y hacer imposible que las personas que quieren adquirir su primera vivienda puedan financiarla, en lugar de proceder con cautela. Una huida hacia adelante, con una llamada al autosacrificio de la sociedad.

Esto me hace preguntarme: ¿no está nuestro sistema económico roto por completo si millones de personas tienen que vivir en la pobreza para alcanzar la estabilidad en los precios?

Traducción de la columna de Hans Stegeman en Het Financieele Dagblad (13/9/2022)

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