Ayer terminaron los Juegos Olímpicos de invierno de Sochi (Rusia). Un evento que, sin duda, además de aportar nuevos récords deportivos, habrá servido para recordar cómo la igualdad social de las personas homosexuales no es una cuestión superada. Al menos, así lo han alertado organizaciones de referencia en la defensa de los derechos humanos como Amnistía Internacional, preocupada ante la posición del país huésped.
En contraste, leemos en un estudio reciente la buena noticia de que España es el país con mayor aceptación de la homosexualidad. El 88 % de la población considera que la sociedad “debería aceptar la homosexualidad”, según Pew Research, que analiza la situación en los 5 continentes. Estamos, además, entre los 5 países estudiados que más ha progresado en este ámbito en los últimos años (+ 6% de aceptación entre 2007 y 2013).
¿Todo resuelto? Al parecer, una última frontera interior representa todavía un desafío cotidiano en la vida de muchas personas.
“Muchos homosexuales no tienen inconveniente en compartir sus experiencias, pero ocultando su identidad porque no sabes, yo estoy dentro“. Dentro significa en este caso una zona rural de España y la frase es una de las declaraciones anónimas recogidas en un reportaje de El Mundo sobre la distancia que separa a la homosexualidad en la ciudad y el campo.
Un ámbito rural, como retrata el mismo trabajo, diverso, en el que no siempre se mantiene la discriminación o el desconocimiento, pero donde queda trabajo por hacer. Como, por ejemplo, el que realiza Fundación Triángulo, “pionera en realizar talleres de diversidad afectivo-sexual en contextos rurales”.
Desde esta organización sin ánimo de lucro en favor de los derechos del colectivo de lesbianas, gays, bisexuales y transexuales (LGBT) -que ha contado con financiación de Triodos Bank para su programa rural en Canarias- la educación resulta, como siempre, esencial. Por eso, incluye en su programa “talleres en poblaciones de menos de 20.000 habitantes para padres, madres y educadores a quienes se da a conocer la realidad LGBT”.
Seguir luchando por la igualdad
¿Necesario a día de hoy? Se trata de una realidad no siempre bien conocida, ni siquiera para las personas que la viven más de cerca. También en zonas rurales de otros países económicamente avanzados como Estados Unidos. “Yo era la única persona abiertamente gay que ella conocía”, explica el joven Joe Wilson, exresidente en una localidad rural del noreste de EEUU que fue una tabla de salvación para la madre de un adolescente homosexual que acabó abandonando su centro escolar por acoso. Wilson y su pareja ganaron un Premio Emmy por su documental Salir del silencio, que muestra las dificultades de su vida en Pennsylvania, antes de poder desplazarse a una gran ciudad como Washington.
En conjunto, aún con las tristes excepciones de numerosos países como Nigeria o Ghana, que en los últimos días se han situado “al frente de la persecución contra la homosexualidad” penándola con cadena perpetua, el respeto avanza. Solo es una cuestión de humanidad, sostienen desde Fundación Triángulo: “Las personas homosexuales y transexuales no se diferencian del resto, por lo que no pedimos privilegios ni diferencias sino, simplemente, las mismas oportunidad, el mismo respeto y los mismos derechos que tienen cualquier ser humano”.
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