Clase social baja, media o alta, jóvenes o adultos, de un barrio próspero o de otro deprimido… En el Colectivo La Huertecica de Cartagena, Murcia, se han dado cuenta de que no es tan determinante el estrato social o económico de una persona para caer en una adicción sino “la incapacidad individual para abordar problemas importantes que la provocan”. María José Cruzado, gerente de la organización, y sus compañeros saben de lo que hablan: desde 1983 han tratado a unas 6.000 personas con fuerte dependencia a las drogas, el alcohol y el juego.
La cifra de usuarios directos que calcula el colectivo ofrece solo un resumen parcial de su labor. El número de personas con las que ha trabajado La Huertecica durante más de 3 décadas es superior a 20.000, según sus estimaciones. Su planteamiento del problema es integral, y también su forma de ver la solución. “No solo nos enfrentamos a intervenciones directas”, aclara, “también hay que tener en cuenta lo que hacemos con las familias, las acciones de divulgación, las labores con impacto social, nuestras visitas para prevenir en el mundo escolar…”
Esta globalidad a la hora de tratar el problema se constata desde el mismo momento en el que a La Huertecica llega una persona algún tipo de adicción. “Puede ser ella misma demandando ayuda o familiares o amigos que se dan cuenta de la situación pero se ven sin herramientas para enfrentarse a ella. También atendemos casos derivados de centros de salud, instituciones de salud mental o servicios sociales”, indica la responsable. Tras el primer contacto, ya sea telefónico o presencial, se prepara una entrevista con la persona que presenta la adicción y después comienza un proceso que muestra algunos hitos comunes, sea cual sea el caso.
Una carrera de fondo
- Toma de conciencia. “Parece sencillo pero no lo es. Lo más común es que los usuarios piensen que no tienen un problema o que pueden controlarlo”, advierte Cruzado. Además de la toma de conciencia también resulta esencial la voluntad de iniciar un tratamiento, pedir ayuda directa o indirectamente, buscar orientación y dar el paso.
- Motivación. Encontrar o crear la motivación necesaria para llevar a cabo todos los cambios que tienen que producirse para eliminar la adicción. A menudo, esta evolución tiene que darse en la esfera interna o psicológica, por ejemplo en lo que se refiere a gestión de conflictos o la paciencia. También se trabaja con el entorno en el que el usuario desarrolla su vida y su familia, cuyo desempeño es decisivo. Aquí entran en juego el centro de día y el centro de comunidad terapéutico. En este último los residentes viven las 24 horas. De nuevo, el programa de actividades terapéuticas de La Huertecica opta por lo global: “No trabajamos solo para acabar con la adicción, también nos centramos en la convivencia, la formación y la orientación laboral entre otros aspectos”.
- Oportunidades. Se trata de la clave final. Cuando los usuarios están listos para integrarse de nuevo en la sociedad es el momento de que se les ofrezcan las oportunidades adecuadas como un trabajo que “les dé para vivir”, relaciones sociales u ocio. “Nosotros les guiamos en todos estos aspectos desde casi el principio del tratamiento: empleo, ocio, cómo manejar el dinero, integrarse en actividades como montañismo, senderismo y otras”.
Y después, ¿qué? “Lo que buscamos es la normalización tanto a nivel social como laboral, que aquellos que han salido de una adicción tengan una vida como los demás, con los mismos problemas y las mismas posibilidades”, explica con sencillez la gerente de la organización. “El objetivo no es solo que dejen el juego o las drogas, sino que se integren”. Pero una persona recuperada puede hacer mucho más. “Siempre les decimos que la mejor difusión que pueden hacer es estar bien”, indica. Su éxito se traduce en prevención y también motivación, un mensaje real de que “hay salida”.
Además, muchas de las personas que superan su problema forman parte, con el tiempo, del voluntariado, un grupo básico para que todo esto funcione. “Para ellas es muy importante aportar algo. Enlaza con lo que buscamos, que sean conscientes de sí mismas y de las situaciones que tienen a su alrededor como ciudadanos y que aporten a la sociedad”. Pero antes de hacerlo, en La Huertecica les recomiendan que se den un tiempo para estar completamente preparadas.
Para entender a fondo el proceso, no está de más verlo desde el otro lado del espejo. Aunque no le resulta fácil elegir, Cruzado destaca 3 de los aspectos relacionados con su labor que más le impresionan. “Lo que más, la situación a veces tan conflictiva en la que llegan algunas personas, su estado de salud, y su relación con la familia, esto último me duele especialmente”. Desde un punto de vista más positivo, la gerente del colectivo alude a la capacidad de recuperación del ser humano. “Hace falta tiempo. Si has estado 10 años bajo una adicción no vas a salir de ella en 2 meses. Pero se recuperan, y lo hacen en toda su globalidad”, enfatiza.
Por último, pero no menos importante, Cruzado hace un reconocimiento para el voluntariado y los colaboradores. “Cada cual se esfuerza por empatizar y por poner lo mejor de uno mismo. En un mundo en el que hay mucha locura, también hay muchas personas que hacen que la vida mejore”, concluye.
La cuestión económica
“El papel que desempeñan los bancos es fundamental. La financiación de Triodos Bank nos ayuda a desarrollar todos nuestros proyectos, necesitamos liquidez para abordarlos y muchas veces la subvención llega bastante después de haberlos empezado”, valora la responsable cuando se le pregunta por la vertiente económica. “Estamos empezando la relación con Triodos Bank pero tenemos muchos planes para ampliar las plazas y llegar a más gente”, finaliza, con una alusión al futuro.
+ Conozca el compromiso con las personas de Triodos Bank con su apoyo al sector social
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