Son iniciativas que miran de frente temas que se han relegado demasiadas veces a la desconsideración. Hablo de la inmigración, la exclusión social, los abusos, la diversidad humana y en la naturaleza, el aire que respiramos, los desechos, la extracción de recursos naturales no renovables, nuestra salud, la educación o el futuro de nuestros hijos, entre otros.
Vivimos un enriquecimiento de la consciencia social hacia la necesaria dignidad de la vida de las personas y la salud del planeta. Pero, en la vida, la consciencia sin acción no hace realidad el cambio. Es momento de exigirnos una acción responsable en nuestros actos cotidianos, algo que no es delegable a otros, sean expertos, políticos o grandes visionarios. Es una responsabilidad que nos corresponde a cada uno.
Y es aquí, en la acción consciente, donde en la sociedad de hoy podemos influir desde el “poder transformador del dinero”. El dinero ni sabe, ni piensa, ni tiene miedo. No se mueve solo. Se mueve hacia donde nuestros intereses lo dirijan o lo dejen de dirigir.
Si lo dirigimos solo a satisfacer nuestras necesidades más inmediatas, estaremos dejando de considerar el impacto que nuestro consumo tiene en el planeta, o en las necesidades de los demás. Algo que finalmente afecta también a nuestro propio bienestar.
Si no dirigimos el dinero, y nos desvinculamos de la responsabilidad de su uso por considerarlo una herramienta enferma, especulativa y generadora de una creciente desigualdad social, estaremos dejando el futuro en manos de los grandes poseedores de capital.
En cambio, si lo dirigimos desde nuestra consciencia, se transforma en una efectiva herramienta para la creación de la realidad que queremos.
Así lo hacen personas y organizaciones que, fundamentadas en sólidos propósitos, toman decisiones valientes y se dedican a poner a disposición de los demás servicios de un incalculable valor social: cuidan, educan, alimentan saludablemente, favorecen la inclusión y la dignidad, preservan la biodiversidad y desarrollan bienes y servicios que respetan la vida del planeta.
Ejemplos concretos que nos inspiran son los finalistas de la quinta edición del Premio Triodos Bank. Sus acciones suman en la tarea colectiva de construir una sociedad más humana.
Esta comprehensión del dinero transforma la economía en un círculo virtuoso en el que los unos apoyados en los trabajos de los otros creamos esa nueva realidad. Como lo hacen desde Momo con sus cuidados a los niños, Protisa con la economía circular, Proactiva Open Arms con la migración, la familia Parra con la alimentación ecológica, o el Teatro Corsario y mk2 con la cultura. Todo ello gracias, entre otras cosas, a los ahorros de miles de personas que quieren que su dinero sirva al propósito de un cambio positivo.
Es momento de acción consciente, y el uso del dinero es, a mi entender, una de las herramientas más eficaces para dirigir el futuro de la sociedad en un sentido o en otro.
De la consciencia a la acción
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