Durante el tiempo que tardarás en leer este artículo, la Tierra habrá recibido suficiente energía solar para poder sustituir el consumo de petróleo de toda la población mundial durante un año entero. Desde los tiempos más antiguos se han multiplicado los esfuerzos para aprovechar al máximo esta energía limpia y gratuita y la mayor barrera hasta hace poco era su coste.
Sin embargo el sector fotovoltaico ha experimentado en los últimos diez años una evolución tecnológica y una reducción de costes sólo comparable al de la telefonía móvil. Hoy en España autoabastecerte con energía solar desde tu propio tejado es más barato que comprar la electricidad de la red eléctrica, sin contar los beneficios sobre la salud, el medio ambiente y la red eléctrica derivados de sustituir fuentes contaminantes por limpias y cercanas al punto en que se consumen.
Pero mejor dicho, sería así si no hubiera entrado en vigor el Real Decreto 900/2015 que regula el autoconsumo y, en su lugar, se hubiera aprobado una regulación verdaderamente favorable al autoconsumo como la que propone la Fundación Renovables: sin subvenciones pero sin barreras.
Estamos alcanzando el límite natural de lo que ha significado la energía en el último siglo. Sobrepasarlo implica adentrarse en un concepto completamente diferente, en el que la generación decentralizada con energías renovables en el punto de la demanda, la posibilidad de compartir energía entre vecinos y la venta de servicios toman el protagonismo sobre el concepto oligopolista, centralizado e intensivo en inversiones típico de la generación de electricidad en grandes centrales eléctricas nucleares o térmicas.
Las compañías energéticas son conscientes de que el modelo de negocio que han mantenido durante casi un siglo ya no es válido y sólo tienen dos opciones: resistirse al cambio (como en España) o adelantarse a él, tal y como otras compañías están haciendo. Las nuevas eléctricas probablemente se acercarán más a un concepto de lo que ha supuesto el BlaBlaCar para el transporte privado y si las actuales empresas eléctricas no se adaptan al cambio, habrá otras empresas que ocupen su lugar.
Cargar de manera discriminatoria el autoconsumo tal y como hace la regulación española (la más restrictiva en el mundo) supone que, a paridad de electricidad consumida, un consumidor que lo quiera hacer total o parcialmente a través de sus placas solares tendrá una factura más cara que otro que la haga enteramente a través de la red eléctrica. Tampoco se podrán generar sistemas de autoconsumo compartido entre vecinos.
Torpedear el derecho de la ciudadanía a entrar en paridad de condiciones en el sector energético es un atropello inaceptable. Y más aún cuando se pone como excusa la sostenibilidad del sistema eléctrico. El Gobierno elevó a rango de Ley en 2013 la necesidad de mantener las entradas del sistema eléctrico, olvidando que la sostenibilidad del mismo no es un problema recaudatorio sino de modelo. Un modelo del siglo pasado que ya no responde a los desafíos del presente porque se resiste a trasladar los beneficios del ahorro y de las renovables a los consumidores y pone barreras a su democratización.
Hace tan solo tres meses todos los partidos políticos, excluido el del Gobierno, firmaron un compromiso de derogar el Real Decreto 900/2015 en cuanto se acabe la mayoría absoluta del Partido Popular. El tiempo de adaptación al Real Decreto de las instalaciones existentes acaba el 10 de abril de 2016 por lo que la norma se deberá derogar antes de esa fecha. Es responsabilidad de todos hacer que, durante y después de la campaña electoral, los partidos que se comprometieron no se olviden de ello.
SARA PIZZINATO
Licenciada en Ciencia de los Materiales por la Universidad de Padua, es gerente de la Fundación Renovables. Anteriormente, Pizzinato ha sido responsable de la campaña de energía y cambio climático de Greenpeace.
Imagen superior: Till Teenck · Licencia CC BY 3.0
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