“No estimes el dinero en más ni en menos de lo que vale, porque es un buen siervo y un mal amo”, decía Alexandre Dumas. El escritor francés estaba con los pensadores, economistas y también banqueros que defienden que el dinero debe ser un medio al servicio de las personas y de sus necesidades. Si se convierte en un fin en sí mismo esclavizará, por su exceso o defecto, a las personas.
En un mundo en el que tan solo 85 personas concentran la misma riqueza que el 50 % de la Humanidadmás pobre, ¿seguro que el dinero se está utilizando para lo que sirve, como medio de intercambio y de creación de riqueza social?
¿Y qué papel puede jugar la banca ética para una asignación más sensata de los recursos?
Cuando el dinero es un problema
En sí mismo, el dinero no sirve para nada… no se puede, por ejemplo, comer. De hecho, cuando pasa de ser un medio de intercambio a un producto autónomo, el resultado es la especulación financiera y sus consecuencias sobre las personas.
Por ejemplo, se ha constatado cómo el incremento de las operaciones financieras con maíz ha alterado gravemente el mercado en los últimos años, hinchando el precio de este producto básico para millones de personas en países en desarrollo.
Igualmente, desde los años 70, los datos muestran como la concentración de la riqueza en unas pocas manos ha acompañado el crecimiento de las operaciones financieras especulativas, al margen de la inversión en la producción de bienes y servicios para la sociedad. A pesar de la crisis, se puede sostener incluso que “sobra dinero”, pero buena parte del mismo no genera valor real.
¿Qué podemos hacer para que el dinero no sea, contra su función, un problema para el mundo?
Cuando el dinero crea vida
Joan Antoni Melé, miembro del consejo asesor de Triodos Bank, piensa que “la banca ética puede ser un factor decisivo para redistribuir la riqueza”, al entender el dinero como un medio para satisfacer necesidades sociales y no un fin en sí mismo.
La entidad solo financia iniciativas de la economía real, evitando la especulación. Este hecho, y una inversión que no se centra en las iniciativas con mayor rentabilidad económica sino en las que combinan viabilidad con beneficio social o medioambiental, supone un cambio de paradigma en la gestión del dinero.
El escritor norteamericano Mark Twain describía al banquero como “aquel tipo que te presta el paraguas cuando hace sol y te lo quita cuando empieza a llover”. Manteniendo la prudencia debida en la gestión del dinero de los ahorradores, la banca ética pretende evitar este comportamiento socialmente poco útil y, por el contrario, poner máximas facilidades y ser el apoyo necesario bajo la lluvia o para crecer, cuando los recursos propios no acompañan al trabajo y las buenas ideas.
De lo contrario, ¿para qué existe un banco?
Para Melé, “los clientes de banca con valores, además de estar tranquilos porque saben que su dinero no se invierte en contra de sus valores, en actividades como el armamento, también están seguros de que este crea relaciones reales entre personas, empleo y productos y servicios sostenibles… al fin y al cabo, vida”.
- Desde una corta edad, asumimos, de forma casi automática, que el dinero que tenemos en el banco debe producir más dinero. Se produce casi siempre sin preguntarnos cómo se consigue este resultado.
- Sin embargo, los problemas de la economía y de la sociedad parecen plantear preguntas urgentes a cada ciudadano y empresa responsable. ¿Qué es para mí el dinero? Y, ¿qué clase de mundo estoy ayudando a construir con él?
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