La menstruación ha recibido nombres inocentes, jocosos o peyorativos.
Y, en algunos lugares, ni siquiera se nombra o bien se utiliza como excusa “para castigar a muchas mujeres con el alejamiento y gran número de prohibiciones”, según la médico Carme Valls i Llobet en La menstruación: de la invisibilidad a la abolición.
Afortunadamente, y de forma progresiva, los tabúes van dejando espacio a una mayor libertad y al conocimiento de más opciones para vivir la menstruación de forma natural.
Una de ellas es la copa menstrual, en gran crecimiento y que conecta según sus promotores desde la practicidad a lo saludable, la sostenibilidad, elahorro económico y también un cambio cultural.
La copa menstrual no es nueva, pero ha cambiado
Aunque fue en los años 80 cuando apareció la primera copa menstrual reutilizable, precedente de las actuales, el Museo de la Menstruación y Salud de la Mujer de Maryland, en Estados Unidos, muestra como ya existían rudimentarias copas menstruales desde 1867.
Tras una fase de cierta popularidad inicial, se desarrollaron diversas patentes, pero en los años 60 del siglo XX dejaron de producirse. “La copa no era rentable, en el mercado había falta de látex y no tuvo éxito comercial: para las mujeres era demasiado grande, rígida y pesada, además de la cuestión cultural que implica la manipulación de los genitales y las secreciones vaginales”, explican desde Lacopamenstrual, iniciativa con financiación de Triodos Bank.
Claro que las copas de entonces no tenían mucho que ver con las de ahora.
La evolución del diseño y de los materiales, con más de un centenar de marcas en el mercado, incluye modelos para todas las necesidades, teniendo en cuenta aspectos como la diversidad en la menstruación y haber sido madre, con tests para encontrar la más adecuada.
Cinco razones del cambio
Aunque las razones que comparten los promotores y las mujeres que las utilizan son múltiples, las principales podrían agruparse de este modo:
1. Salud
A diferencia de compresas o tampones, la copa “contiene, no absorbe”, por lo que no perjudica la flora vaginal, indica Eva Polio, cofundadora de Lacopamenstrual. Asimismo, ofrece seguridad sanitaria siguiendo sus instrucciones de uso, que incluyen esterilizarlas antes y después de cada menstruación, en agua hirviendo.
2. Medio ambiente
El uso de opciones desechables para la menstruación implica 6 kilos de residuos al año por mujer, que de media utiliza 11.000 tampones a lo largo de la vida. Son residuos que tardan siglos en degradarse. En contraposición las copas menstruales, según el modelo, pueden durar en buenas condiciones y con el mantenimiento adecuado 1, 5 o incluso 10 años.
3. Economía personal
Polio cuantifica en 600 euros el ahorro en productos de higiene íntima durante el período de vida de la copa, cuyo precio suele estar entre 20 y 30 euros pero compensa por su durabilidad. En este sentido, destaca que aunque la venta de este producto está experimentando un “boom”, en su opinión “no será nunca un gran negocio” equivalente a otros productos de higiene íntima, por su amplio tiempo de uso.
4. Practicidad
“¿Te acuerdas de la primera vez que usaste un tampón? Seguro que no fue fácil, pero con la práctica, ahora puedes hacerlo con los ojos cerrados. Pues la copa menstrual es lo mismo”, aseguran desde Lacopamenstrual.
5. Avance social
Para Polio, más allá del éxito de iniciativas como la de su pequeña cooperativa, animada inicialmente por la satisfacción personal de sus fundadoras como usuarias, el mayor avance que proporciona la copa menstrual es que “las mujeres se conozcan más a si mismas”.
En otros países, la copa representa un progreso social que puede llegar a cambiar la vida.
Un aliado de las mujeres en países en desarrollo
“Para las mujeres de países occidentales, es una opción sencilla y evita el engorro de la regla. Para las mujeres de países en desarrollo, puede ser una solución que cambie su vida“, afirma la escritora y viajera Sabrina Rubli en Cómo las copas menstruales están cambiando la vida en África Oriental.
Para muchas niñas y mujeres, la copa es la única opción higiénica a la que pueden acceder y, por sus características, algunas organizaciones de cooperación están distribuyéndolas o fomentando su uso.
“A las estudiantes, una copa menstrual les permite asistir al colegio todos los días del mes”, teniendo en cuenta que “las chicas en Kenia se pierden una media de 4,9 días de escuela al mes por la menstruación”, explica Rubli.
Además, “las 12 horas de protección permiten a las mujeres seguir con su vida sin tener que preocuparse de la ubicación de las letrinas, un gran reto para muchas comunidades”, en las que aún existen riesgos especiales de higiene y de seguridad personal para las mujeres durante la menstruación.
¿A favor, en contra o todo lo contrario?
“Voces a favor y en contra se elevan para dar su opinión de si las mujeres somos más o menos limpias al usar tampones y compresas o bien copas menstruales, esponjas o compresas de tela. No entraremos en esta polémica porque nos parece absurda. Desde nuestro punto de vista lo más importante es que el máximo de mujeres conozca todas las opciones que existen y que las pueda tener a su alcance, para así, poder elegir cuál o cuales de ellas prefiere usar”, defienden desde Lacopamenstrual.
Otras opciones saludables y sostenibles
- En Higiene íntima sin usar y tirar, ¿es posible?, destacamos otros promotores que ofrecen copas menstruales y otras soluciones, como compresas lavables o biodegradables. Se trata de iniciativas que trabajan con Triodos Bank o han contado con su apoyo financiero, de acuerdo con el compromiso de esta entidad de banca con valores con todas aquellas opciones que mejoren la calidad de vida y ofrezcan un consumo más sostenible.
- En los comentarios del mismo artículo, se han recogido experiencias diversas de mujeres que utilizan o se han planteado estas opciones.
- Comparta también su experiencia en los comentarios y contribuyamos a una mayor información.
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