Nieves Ramos lleva toda su vida trabajando en el ámbito de la economía social. Es fundadora de la alicantina Asociación Amigos del Cerezo, en Villena, que cuenta con una empresa de inserción para jóvenes especializada en la técnica del trencadís, el motivo decorativo que popularizó Gaudí.
Desde hace años combina esta faceta con la presidencia de Faedei, la Federación de Asociaciones Empresariales de Empresas de Inserción, que representa a nivel estatal a más de 200 empresas de inserción.
“El trabajo de Faedei es más bien de lobby político, de visibilizar el impacto social de las empresas de inserción y los productos y servicios que vendemos. También es un trabajo de crear redes que posibiliten una mayor interlocución con todos los organismos públicos y privados que necesitamos movilizar para hacer posible la doble misión de las empresas de inserción”. Una misión social, que consiste en ofrecer una salida laboral a personas en riesgo de exclusión que están fuera del mercado ordinario de trabajo; y una misión empresarial, la de ser rentables y ofrecer productos y servicios de calidad.
Hacer labores de presión en un país sin cultura de ello, como afirma Ramos, requiere una dosis extra de creatividad. “En mi caso es el lobby de quien ha estado ‘picando piedra’ muchos años para conseguir el reconocimiento de un recurso. Es resistir y estar tocando puertas y ventanas para que te escuchen”. Pero no solo hacia los organismos públicos, también hacia las empresas tradicionales, asegura. “Es importante la sinergia con ellas para la contratación o subcontratación de servicios, todo para posibilitar un trabajo a las personas que finalizan con éxito los procesos en las empresas de inserción, porque estas son de tránsito”.
Una tarea compleja, con muchos frentes y unos colectivos que, con frecuencia, generan rechazo en la sociedad. “Hay que hacer un esfuerzo complementario para poner voz a los que no la tienen y ofrecer posibilidades de trabajo a quienes lo tienen más difícil todavía”. Aunque reconoce que algo ha cambiado en los últimos años: “Ahora nos reciben antes o incluso nos llaman”.
Los más vulnerables
Las empresas de inserción se dirigen a las personas más vulnerables de la sociedad, “las que no son fruto de la crisis actual”. Parados de larga duración, jóvenes sin formación, mujeres víctimas de violencia, minorías étnicas, personas en proceso de desintoxicación, ex reclusos… Un abanico de colectivos amplio, que puede crecer al albor de la actual situación económica.
“Los parados mayores de 45 años y con baja cualificación lo van a tener muy complicado. También los 470.000 jóvenes que no tienen ninguna formación. Ahí tenemos una generación que no está perdida, pero a la que hay que ofrecer posibilidades”, destaca Ramos. Sin olvidar a las personas migrantes, “que cubrían trabajos que no queríamos hacer. Pero vienen las vacas flacas y ahora pensamos que los extranjeros vienen a quitarnos el trabajo. La crisis aflora sentimientos que a lo mejor ni siquiera éramos capaces de reconocer en un momento de bonanza económica”.
Aunque las empresas de inserción son un espacio de oportunidad muy importante, no valen para todo el mundo, advierte Ramos. “Cuando llega una persona, viene con un itinerario personalizado que previamente ha pactado con la empresa de inserción y con los servicios sociales. Este itinerario, que durará un mínimo de seis meses y un máximo de tres años, supone un 20 % de su jornada laboral. Por tanto, es muy importante hacer un buen diagnóstico de que esa persona, con un trabajo determinado y acompañada de un experto técnico, puede integrarse con total garantía en el mercado laboral ordinario”, explica.
Dar más que recibir
Los itinerarios individualizados de los trabajadores y el personal técnico de acompañamiento suponen un sobrecoste a la empresa, que es subvencionado por las administraciones públicas, aunque con enorme desigualdad. Desde los 12.000 euros por un puesto de trabajo de inserción en el País Vasco a los 4.000 euros en Castilla y León o a los 0 euros en Castilla-La Mancha y Andalucía.
“Al Estado le resulta mucho más barato invertir en esa política activa de empleo que no en una política pasiva o subvenciones por desempleo. Además, estamos haciendo un trabajo que tendría que hacer la Administración”, señala.
Por ello niega con rotundidad que las empresas de inserción vivan de las subvenciones. “Es un mito que hay que ir desmontando –dice–, ya que las empresas de inserción aportan más de lo que reciben en subvenciones”. En concreto, más de 6.000 euros por trabajador que completa el itinerario, según cálculos de Faedei. “Faltaría comparar esta cifra con las subvenciones públicas a la agricultura o el automóvil”, constata Ramos.
Ser rentables
Pese a la crisis, en 2012 el sector ha facturado 83 millones de euros y ha mantenido más de 4.500 puestos de trabajo. “Las empresas de inserción son sin ánimo de lucro pero sin ánimo de pérdida. Y además, no nos negamos a tener beneficios. La cuestión es a qué dedicas tu beneficio y cómo lo obtienes. Nosotros lo obtenemos de una actividad mercantil que es rentable y por eso nuestras estructuras productivas tienen que ser cada vez más profesionales y ofrecer mejores servicios, como cualquier otra empresa. Necesitamos generar actividades económicas rentables, que nos permitan tener beneficios para reinvertir y generar más empleo, que es nuestro objetivo. Eso lo podemos hacer tejiendo redes entre nuestras empresas. La federación tiene que posibilitar que las empresas de distintos territorios puedan hacer negocios”.
Emprender con cabeza
Esta doble misión empresarial y social está teniendo resultado. “Actualmente creo que somos las únicas entidades que estamos yendo a los registros mercantiles a constituir empresas”, apunta Ramos. Su fórmula: no dejar de buscar nuevos sectores de empleo, como los relacionados con el medio ambiente. “Tradicionalmente hemos estado vinculados a sectores como la recogida de ropa y residuos o las manufacturas. Estamos buscando alianzas con parques tecnológicos e institutos de investigación para crear nuevas iniciativas”,señala.
Pero emprender supone algo más que tener una idea y ponerla en marcha. “No nos levantamos por la mañana y somos emprendedores. Emprender significa trabajo y es preciso tener también una capacidad y unos recursos que aseguren nuestra viabilidad. Si no se emprende con calidad y con posibilidades, se puede fallar”.
En su opinión, la asignatura pendiente de la inserción social es que la ciudadanía conozca los productos y servicios de sus empresas. “Yo sueño con que las neveras de toda España lleven imanes con nuestros productos y servicios, y que la gente los use como algo cotidiano, sabiendo que nuestro objetivo fundamental es crear empleo para las personas con más dificultades”.
¿Qué pasaría si no existieran las empresas de inserción? “Pues que 4.000 y pico personas estarían en el paro, que nos perdiéramos la posibilidad de tener un recurso en el que se compagina el trabajo y la solidaridad, en el que se plantea un modelo económico justo. Nos perderíamos un espacio de oportunidad muy útil que hemos ido creando durante todos estos años, combinando cabeza y corazón”.
FAEDEI
La Federación de Asociaciones Empresariales de Empresas de Inserción agrupa a las asociaciones de empresas de inserción de las diferentes comunidades del Estado español. Su misión es la defensa colectiva de los intereses de las empresas de inserción ante las instituciones, agentes sociales y sociedad en general, así como su promoción como instrumentos al servicio de la inclusión social. Faedei y Triodos Bank mantienen desde octubre de 2010 un convenio de colaboración para financiar empresas de inserción en España, dedicadas a la incorporación de los colectivos con dificultades de integración sociolaboral. Hasta la fecha, Triodos Bank ha concedido financiación a una veintena de entidades de inserción social integradas en Faedei, que incluye tanto empresas de inserción como entidades promotoras y plataformas territoriales.
NIEVES RAMOS ROSARIO
Empresaria social y presidenta de Faedei. Actualmente forma parte del Consejo de Administración de ENSIE, la Red Europea de Empresas de Inserción, y de la Junta Directiva y la Comisión Ejecutiva de la Confederación Empresarial Española de la Economía Social (CEPES). En 1997 fundó la Asociación El Cerezo en la localidad alicantina de Villena, dedicada a la inserción social, y en cuyo seno se creó la Asociación Valenciana de Empresas de Inserción, que actualmente preside. Participa en diferentes asociaciones y redes feministas y desde hace 14 años organiza el Encuentro Intercultural de Mujeres.
ASOCIACIÓN EL CEREZO
Esta asociación alicantina sin ánimo de lucro lleva a cabo desde 1997 proyectos dirigidos a jóvenes con dificultades de integración sociolaboral. Cuenta con una empresa de inserción y un centro de día donde se imparten varios talleres de formación ocupacional, entre los que destaca el de “trencadís”, la técnica de revestimiento cerámico con piezas de azulejos, usada por Gaudí.
TFotos: OTRA TOMA y AMIGOS DEL CEREZO
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