La bomba atómica, la producción en masa de bienes y servicios, la llegada del hombre a la Luna. Muchos son los hitos que nos ha dejado el siglo XX, pero uno es especialmente relevante.

Uno que directamente entronca con la esencia misma del ser humano. La relación entre las personas y su capacidad para influir en su propio destino y en el de los demás. O, mejor dicho, la relación de los ciudadanos con los retos y problemas inherentes a la vida. Es evidente que una de las grandes herencias del siglo pasado es la consolidación y expansión del concepto que comúnmente se entiende como sociedad civil. El zoon politikon en su más depurada esencia.

Del siglo XX destaca un hito: la capacidad de las personas para influir en su propio destino y en el de los demás

Desde los primeros asentamientos, consecuencia de la aparición de la agricultura, hasta no hace mucho, la relación jerárquica ente los habitantes de la polis ha sido más o menos piramidal. El ordenamiento político de las sociedades y la administración de la ley ha estado vinculado durante siglos a razonamientos en muchos casos esotéricos. La gracia divina y las guerras sancionaban la legitimidad de uno u otro rey. Y de esa figura partía, a modo de cascada, la capacidad de aplicar el criterio de lo correcto y lo no correcto.

Cuentan James Burkle y Robert Orstein en un libro maravilloso, “Del hacha al chip”, cómo la evolución de las tecnologías ha supuesto la evolución de las maneras de pensar. La transmisión de información es, simplemente, la esencia de la evolución del ser humano. Madre mía, ¡qué responsabilidad! Aparece, con especial relevancia en ese proceso, el apaño que tuvo que hacer en 1439 un orfebre de la ciudad de Maguncia llamado Johann Gutenberg para un encargo, y su precipitada corrección de un error. Corrección que le llevó a la invención de la imprenta. Si se me permite, en un vertiginoso forward de la Historia, la llegada de la imprenta supone, entre otros asombrosos avances, los cimientos de la Ilustración.

La transmisión de información es la esencia de la evolución del ser humano

Tras épocas de extensión del conocimiento y de avances tecnológicos continuados se puede decir que, a partir de la segunda mitad del siglo XX, la organización de los ciudadanos en círculos de interés por un determinado tema dota a las organizaciones cívicas de una nueva dimensión.

Conquistas de la sociedad civil

La herencia del asociacionismo desde la formación de los gremios, pasando por los movimientos sindicales, los partidos políticos o las asociaciones de carácter profesional o religioso, desemboca en la universalización de la capacidad grupal del ser humano. Surgen así grupos de ciudadanos que se unen en torno a un reto, una reivindicación, una injusticia, un anhelo. Toda causa es legítima, puesto que emana del sentir de un grupo de personas conscientes de que hay que hacer lo que sea, dentro de la legalidad, para que sea posible conseguir un objetivo, resolver un problema.

La herencia de movimientos sociales como la lucha obrera o el movimiento sufragista femenino evoluciona a una dinámica menos agresiva, más cívica, pero que poco a poco se convierte en necesaria para toda aquella sociedad que se quiera considerar moderna.

Nunca antes un grupo de ciudadanos se había preocupado por otro grupo que vive a miles de kilómetros

Y así, en un proceso que está estrechamente relacionado a las nuevas dimensiones de la Comunicación; la televisión, la radio, pero sobre todo el teléfono y desde luego la llegada de internet, se expande por todo el mundo la capacidad de conectar personas afines a una causa. Sigue una estructura que yo calificaría de fractal, de armónica expansión del modelo. Un dato interesante: nunca antes un grupo de ciudadanos se había preocupado por otro grupo que vive a miles de kilómetros, con quien no han tenido antes ninguna relación ni la piensa tener. Emergen con fuerza las más nobles facetas de la convivencia porque queda evidenciado como nunca antes que todos vamos en el mismo barco.

La sociedad civil ha conquistado espacios a nivel mundial inimaginables hasta hace un par de generaciones. Un ejemplo es que el Alto Comisionado para los Derechos Humanos de Naciones Unidas se reúne periódicamente con muy diversas entidades de la sociedad civil para orientar sus políticas, actuaciones, presupuestos o denuncias. Quizá eso hoy pueda parecer algo normal, pero valga este artículo para celebrar, reivindicar la gran conquista que esa normalidad supone.

¿Qué implica el nuevo paradigma?

Analistas como Christian Felber publican “La economía del bien común” e iniciativas similares florecen en otros lugares del mundo. Y la sociedad civil acoge y acelera propuestas gracias a miles de redes ciudadanas por todo el mundo. No habrá evolución social si no hay evolución económica. El marcado carácter mercantilista de los últimos siglos va a dejar paso, sí o sí, a otras formas de relación de los seres humanos con los recursos.

La sociedad civil también cuestiona los canales de información. A partir de ese click, toma conciencia de sí misma

De nuevo, las necesidades, retos y problemas de la vida nos impactan con especial preocupación. Pero los acontecimientos se han desarrollado tan rápidamente en los últimos años que ya hoy la sociedad civil, que replantea el papel de los grandes estamentos de poder clásicos, también cuestiona los canales de comunicación. Más correctamente, los canales de información. Es a partir de ese click con la realidad oficial de los medios cuando me atrevería a decir que la sociedad civil toma conciencia de sí misma. Adquiere la categoría de madurez para la gestión ya no solo de los conflictos poco relevantes, sino la de las grandes causas y las grandes soluciones. Soluciones, no lo olvidemos, que surgen desde ese ADN anclado en el ethos.

Hoy, la sociedad civil, experta en encontrar puntos de encuentro, lugares comunes y resquicios, entiende que la información que genera es valiosa en sí misma y que hay estructuras y plataformas que permiten no sentirse tan a merced de modas y mercados para poder expresar la labor valiosa y pequeña que hace todos los días.

Estamos viviendo la reestructuración positiva que está modelando el mundo de la mano de la sociedad civil. Discapacidad, Género, Medio Ambiente, Mayores, Defensa de los animales, Cultura, Infancia, Conflictos Armados, Patrimonio Histórico, Acción Humanitaria, Consumo Responsable, etcétera, son sectores de nuestra vida que hasta hace poco se gestionaban desde la caridad o desde grupos de poder inaccesibles, y hoy son elementos de juicio y acción de ciudadanos que dedican su energía, su talento y su ilusión para que, desde su pequeña aportación, las cosas sean un poco mejor.

Pero lo importante es que esas bases éticas elaboradas desde la sociedad civil se extienden sobre los nuevos modelos. Asistimos al florecimiento de nuevas formas de Economía a partir de principios fundamentales: el respeto, la responsabilidad y el concepto de sostenibilidad que poco a poco extiende la sociedad. Y se extienden a través de estructuras de comunicación propias de la misma.

El procomún colaborativo avanza sobre cientos de acciones diarias y lo va a seguir haciendo. Disipa con coherencia las sospechas fundadas que millones de ciudadanos tenemos sobre nuestros grandes núcleos de poder, especialmente desde la caída de Lehman Brothers. Y nos convierte en partícipes más activos de nuestro destino y del de nuestros hijos. O, al menos, nos anima a hacer algo.

Una segunda oportunidad

Es ahí, en la comunicación que genera la sociedad civil, donde cada individuo encuentra su espacio de responsabilidad, su correspondencia ética con el otro y percibe una especie de bocanada de identidad. Ya sé quién soy, o al menos sé quién no quiero ser, que como vamos viendo no es poca cosa. Comienza una era en la que la comunicación que surja de la sociedad civil será la garantía de que las acciones avanzan. Se disipa el redactor jefe de las redacciones del mundo que elige el orden y la importancia de los acontecimientos y se replantea, hecho que a mí me parece especialmente gozoso, qué es noticia y qué no lo es. Ahí reside otra pieza necesaria en el ordenamiento de ese nuevo ADN que se fragua a más velocidad de lo que parece.

En la comunicación que genera la sociedad civil, cada individuo encuentra su espacio de responsabilidad, su correspondencia ética con el otro y percibe una especie de bocanada de identidad

El presente es ya alentador: surgen la Economía Social, Colaborativa, Economía azul, Economía circular, cooperativas de energía, asociaciones de analistas de gestión de recursos o grandes centros de datos al alcance de todo el mundo. La sociedad civil y los centros de conocimiento, en su cotidiana búsqueda de la dignidad, marcan la pauta del desarrollo humano. Y ese flujo imparable se difunde a través de formas de comunicación e información que también emanan de la propia sociedad.

¿Y qué pasará? ¿Qué ocurrirá? Nadie tiene bolas de cristal en casa, ni siquiera los grandes gurús de la Filosofía ni de la Economía.

Pero vaya por delante esta línea de pensamiento: Peter Sloterdijk, el filósofo más popular de Alemania en la actualidad, en un brillante libro cuyo nombre lo dice todo, “Fiscalidad voluntaria y responsabilidad ciudadana”, dibuja un avance de hacia dónde podría ir la ciudadanía y las sociedades en los próximos años. La crisis de 2008 y los efectos que ha desencadenado obligan a la mayoría de edad de las relaciones entre los ciudadanos. La sociedad civil, arropada por las aplicaciones tecnológicas que han revolucionado el sentido y el concepto de la comunicación, lleva camino de tomar las riendas de muchas de las grandes acciones del presente y del futuro.

Quizá estemos ante una segunda oportunidad para reorientar la dignidad del ser humano. Un claro aviso de que, de no hacerlo esta vez bien, no habrá más oportunidades.

VICENTE DOMINGO

Presidente de la Fundación Mundo 21, cuyo principal proyecto es la plataforma audiovisual Humania, dedicada a la comunicación para el desarrollo desde la sociedad civil, Domingo es experto en innovación social y nuevas tecnologías. Entre otros, también es autor de numerosos documentales sobre derechos humanos, historia, actualidad política y movimientos sociales.