2018 es el Año Europeo del Patrimonio Cultural. Buen momento para observar este trébol, que resume el trabajo de referencia El patrimonio cultural cuenta para Europa:
Con motivo del Año Europeo del Patrimonio, La Revista Triodos ha conversado con Koen Van Balen, coautor del estudio como director del Centro Internacional para la Conservación Raymond Lemaire de la Universidad Católica de Lovaina (Bélgica).
Van Balen opina que los edificios pueden contribuir, desde el pasado, a un presente y futuro mejores.
¿Por qué el patrimonio nos debería importar?
Porque contribuye a la economía, la sociedad, la ecología y también al desarrollo sostenible, según reconoce la Declaración de Hangzhou de la Unesco. Pienso que el patrimonio tiene un efecto mucho mayor de lo que se indica actualmente en los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS).
El trébol del patrimonio muestra que cuantos más elementos se superpongan, más sostenible es el desarrollo. Se ha descubierto que muchos proyectos no tienen como principal objetivo la financiación de los edificios, sino de su uso para generar riqueza. Eso fue lo que nos llevó al concepto de trébol.
Existen personas y organizaciones que desean colocar los inmuebles debajo de una campana de cristal, algo que hoy en día ya no está justificado.
Se están produciendo cambios en muchos niveles de la sociedad. La migración, los debates sobre la (des)igualdad, que no podemos seguir explotando las materias primas de manera indefinida… se impone otra forma de organizar las cosas, también en cuanto al patrimonio, que va hacia un enfoque integrado, que debe incluir el desarrollo socioeconómico.
¿Cómo “afecta” el patrimonio a nuestra vida cotidiana y por qué cuidarlo?
Existen muchos motivos para mantenerlo. Pensemos, por mencionar solo unos ejemplos, en el papel de estos edificios como punto de referencia y como característica de un lugar, el componente social que permite que el patrimonio sirva de enlace entre las comunidades y la enorme riqueza de conocimiento que este patrimonio abarca.
Analizando los edificios como punto de referencia, veremos que desempeñan un papel mucho más importante de lo que pensamos en la vida de las personas y no solo a nivel emocional, según se ha demostrado científicamente. En 2014, el neurocientífico John O’Keefe y el matrimonio Moser ganaron el Premio Nobel por su investigación sobre nuestro “GPS integrado”. Sus descubrimientos nos mostraron que tanto los seres humanos como los animales nos guiamos por células red en nuestro cerebro, relacionadas con la memoria. Lugares y memoria están, por tanto, relacionados en nuestro cerebro. El patrimonio ayuda a las personas a orientarse en el espacio y el tiempo, aunque también es un elemento compartido en una comunidad.
¿Puedes darnos un ejemplo?
Hace poco, alguien me habló en una conferencia sobre el derribo de una iglesia de Normandía. La iglesia se había convertido en algo “inútil”. El derribo atrajo a muchas personas porque tuvo lugar en un pequeño pueblo donde no ocurrían muchas cosas.
Al día siguiente, los habitantes estaban completamente desconcertados: “Sí, pero, ¿cómo voy a explicarle ahora a la gente dónde hay que girar a la izquierda?” “¿Cómo voy a explicar dónde me bautizaron y dónde me casé?” Para muchos de ellos, la iglesia que acababa de desaparecer era un lugar de referencia física y emocional en el tiempo y el espacio.
¿Qué debemos entender por “componente social” en el gráfico?
Hacer labores de costura o de bricolaje juntos puede ser una forma de reunir a la gente de un vecindario. Pero también puedes decirles: vamos a mantener juntos los objetos de valor de la iglesia. En términos de crecimiento del bienestar social es lo mismo, pero las actividades crean especial implicación a través del aspecto adicional de la cultura.
En Amberes, la organización Levanto realizó una restauración de una fuente con migrantes como parte de un curso de integración para recién llegados.
Más tarde, regresaban regularmente con sus familias a ver su estatua. Así es como se crea un vínculo. Estas personas están ahora conectadas con este lugar y su historia.
Sin embargo, con frecuencia optamos por derruir y reconstruir.
El sector de la construcción suele estar a favor del derribo. El principal motivo es que el lugar de construcción de un edificio nuevo es más fácil de controlar. Aunque los modelos propuestos muestren el mismo rendimiento financiero, tanto de la nueva construcción como de la restauración, a menudo se prefiere derribar y reconstruir. Entonces las cosas son más predecibles.
¿Los edificios nuevos son más eficientes desde el punto de vista energético?
La reducción del consumo de energía es esencial pero, desde el punto de vista del patrimonio, la sostenibilidad con frecuencia se limita demasiado a este objetivo.
No se tiene suficientemente en cuenta la energía consumida y empleada en el derribo, la energía necesaria para producir nuevos materiales, la contaminación resultante… resulta difícil evaluar el impacto de estas actividades en el medio ambiente.
La energía que ya se encuentra en todas estas estructuras y piedras existentes no se tiene en cuenta en el balance. La energía relacionada con el cuidado del clima no es la única que cuenta en un edificio.
Por ello, me llamó la atención un artículo sobre la Casa Hansa, ejemplo de arquitectura neobarroca en Amberes: el edificio no se puede transformar según las normas energéticas sin destruir parcialmente el patrimonio. Pero, en compensación, se construirá un generador de energía eólica. Por ejemplo, se podría instalar un edificio nuevo que produjera energía junto a cada edificio antiguo. La suma de ambos podría alcanzar un excelente nivel energético. En resumidas cuentas, se trata de una cuestión de límites dentro de los cuales alcanzar los balances energéticos.
Podemos desarrollar otros métodos. Por eso es importante que todos, y también el sector financiero, contribuyamos con nuestra experiencia a este ejercicio de reflexión.
¿Faltan conocimientos sobre renovación de edificios antiguos?
Así es, si le pides a un techador que repare la canaleta de una iglesia antigua, probablemente carecerá de las habilidades específicas para una reparación siguiendo su línea histórica. Lo que no se tiene en cuenta es que en su ciudad hay exactamente ocho edificios idénticos con exactamente el mismo problema recurrente y que merecería la pena formar al personal. No todos los contratistas están interesados, pero hay otras posibilidades de colaboración, como la creación de una cooperativa local donde compartir conocimientos.
Podemos aprender mucho de los materiales y las técnicas de construcción empleados durante siglos. Se ha demostrado, por ejemplo, que el mortero de cal utilizado en el pasado es menos sólido que el cemento, pero mucho más flexible, lo que lo hace más resistente a la deformación, los impactos y las vibraciones. Además, las emisiones de CO2 durante la producción de cal son mucho menores.
Lo compararía con el debate sobre la biodiversidad.La supervivencia de los ecosistemas depende del número de especies que siguen existiendo. Hoy en día, tenemos reservas con cientos de semillas diferentes y, si desapareciera algún tipo de grano debido a una epidemia, seguiríamos teniendo otras especies resistentes en la reserva. Del mismo modo, los edificios históricos constituyen una gran biblioteca de soluciones de sostenibilidad y una inmensa base de datos.
¿Cómo es posible gestionar esta diversidad patrimonial?
Oímos hablar de carencias y recortes en todos los sectores, pero también surgen nuevas formas de cooperación, como la gestión de lo que se denomina el “procomún” o commons en inglés, a través de acuerdos entre personas y las autoridades públicas fuera del mercado. En Inglaterra esto existe desde hace mucho tiempo.
Los mecanismos de apoyo financiero actual son insuficientes y están demasiado compartimentados. Por tanto, debemos desarrollar nuevas estrategias y existe un evidente interés en lograrlo para la sociedad.
Texto original publicado en La Couleur de l’Argent (La Revista Triodos de la sucursal belga de Triodos Bank).
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