Para situar desde el principio a quienes nos leen, ¿qué se entiende por Universidad Popular?
Es un proyecto de desarrollo cultural que, en este ámbito, busca igualar nuestro ritmo al de poblaciones con más habitantes y con más facilidad para avanzar a nivel social, cultural, tecnológico y de empleo. Aquí en Extremadura dependen de los ayuntamientos y en AUPEX encuentran un espacio común donde comunicarse y compartir ideas y proyectos.
¿Hablamos de escuelas de adultos promovidas por ayuntamientos?
Es algo más que eso. Si bien los ayuntamientos o las universidades populares tienen escuelas de adultos, los proyectos que se hacen son integradores y dirigidos a toda la ciudadanía. La escuela de adultos imparte conocimientos y aquí también se comparten metodologías, se crean grupos de trabajo y la ciudadanía participa en la decisión sobre qué hacer desde la Universidad Popular. Digamos que hay una cultura de participación desde la base.
Las universidades populares nacieron a inicios del siglo XX y Machado o Blasco Ibáñez participaron en su fundación. Si nos trasladamos a la actualidad y a tu experiencia, ¿qué impacto tienen?
Nuestro fin principal es ser influyentes en ese nuevo modelo que se necesita para una educación que esté más al servicio de la sociedad y del progreso. Como el modelo educativo que tenemos a veces no casa con las necesidades de la ciudadanía, se necesitan otros espacios para acceder a formación, a empleo, a competencias. Y por eso había que actuar. Si tengo que acceder, por ejemplo, a un empleo en el que me exigen unas determinadas habilidades a nivel tecnológico, ¿dónde me formo si ya tengo una cierta edad o no he tenido oportunidades? Puedes acudir a las universidades populares y formarte a lo largo de la vida en competencias “duras y blandas”, como las de desarrollo personal, que también son muy necesarias para sentir plenitud personal.
¿Qué visión tenéis de la “España vaciada”?
El problema no es solo que la juventud se marche, sino el envejecimiento. Nuestra aportación consiste enintentar mantener todos nuestros proyectos activos para fijar población. El inconveniente principal es que la población tenga que irse para especializarse en determinadas cuestiones o para trabajar.
En ese sentido, si bien es cierto que Extremadura mantiene más o menos su población gracias a políticas de desarrollo ejecutadas durante toda la democracia (en casi todos los pueblos hay una biblioteca, una casa de cultura o una universidad popular) y que la ciudadanía permanece muy activa, el envejecimiento y la despoblación en algunos lugares se hacen patentes. En positivo, parece que algunas zonas recuperan algo de población a raíz de la pandemia. Y quizá en Extremadura la despoblación no ha sido tan acuciante como en otras comunidades autónomas, gracias a políticas de desarrollo cultural, social y de empleo muy potentes durante todos estos años. Así que hay que estar al día, y siempre intentamos reinventarnos para que la gente no se tenga que ir fuera, y para crear oportunidades de empleo, que es lo importante.
¿Existen demasiados tópicos respecto a la población de las zonas rurales?
Es posible. Existe fuga de talento, pero desde mi punto de vista no es tan masiva como se podría esperar. Aunque Extremadura es una región muy amplia en territorio, y eso significa que los pueblos están muy dispersos y muchos son pequeños (la mayoría están entre 2000 y 5000 habitantes), eso nunca ha sido impedimento para que la gente se mueva, quiera hacer cosas, tenga intereses culturales y creativos, se forme, salga fuera y luego quiera volver.
Hay municipios que gozan de una muy buena salud en cuanto a población juvenil y asentamiento de población. Te hablo de pueblos de 2.000 o 3.000 habitantes y cercanos a ciudades como Mérida, Badajoz o Cáceres, lo que hace más fácil la movilidad. Quizás el problema real sea ese, la movilidad. Si no tienes coche, el transporte público interurbano es escaso y eso es una dificultad para algunas personas. Al mismo tiempo, se hacen cosas muy interesantes en nuevas tecnologías, en relación con la cuarta revolución industrial, la inteligencia artificial, los nuevos empleos en el mundo digital… estamos al día y somos vanguardia en algunos temas. Por esocreo que Extremadura también está muy avanzada en esas otras cosas que quizás no son tan conocidas fuera.
¿Por ejemplo?
Este año hemos hecho un informe sobre comunicación inclusiva para la Junta de Extremadura en el que han participado más de 200 profesionales de diferentes ámbitos. Somos pioneros/as en ese tema y en la parte de la participación social de las personas mayores en la vida pública. Esto también es producto de todo el trabajo que se ha hecho durante bastantes años desde AUPEX y en colaboración con las administraciones.
Uno de los proyectos de más envergadura de los que habéis llevado a cabo es el de la Ópera Rural. El 6 de mayo pasado llevastéis La Traviata a la localidad de Puebla de la Calzada. Veo que, mientras te lo pregunto, se te ilumina la cara.
Ha sido el resultado de una colaboración con la Diputación de Badajoz que impulsa la “Ópera Joven” desde hace ya 4 años. En este contexto, surgió la idea de un proyectoideado, ejecutado y estrenado en el medio rural. Elegimos La Traviata porque, a pesar de ser uno de los títulos más laureados y habituales en el calendario lírico, es una ópera relativamente temprana y hace que su realización sea viable en un espacio como el que teníamos, un pequeño teatro con un aforo de 280 butacas. Por otro lado, el director artístico la eligió porque tiene un marco coral amplio en su narrativa, lo que la hace muy participativa y se adapta muy bien a la difusión de artistas de la comarca.
Preparación de "La Traviata"
¿Y la elección de la población donde se representó?
Elegimos Puebla de la Calzada porque es un municipio con una alta actividad cultural a lo largo de todo el año y un gran número de asociaciones culturales, muchas de ellas del ámbito de las artes escénicas, la danza y la música. Hay corales y un conservatorio de música en Montijo, que está a menos de cinco kilómetros...
También pensamos en las posibilidades de encontrar artistas de esos municipios, como la soprano y protagonista Irene Mariscal, natural de Montijo, el tenor Sergio Unión, de Val de la Calzada, o el joven director de orquesta, Miguel Morán, que también es de Montijo.
Artistas kilómetro 0…
Sí, hicimos audiciones para encontrar colaboraciones para el coro y los personajes secundarios de La Traviata y se procuró que la mayoría fueran de Extremadura o que estuvieran vinculados con la comunidad. Nuestro objetivo también era captar talento regional, porque para estas personas es un orgullo y un impulso en sus carreras participar en una ópera de estas características.
Imagino que la respuesta del público fue considerable.
La respuesta del público fue tremenda. Fue muy emocionante ver que las entradas se agotaron en dos días y que ya antes de ponerlas a la venta hubiera una lista de espera. Durante la representación el público disfrutó muchísimo. La mayoría de asistentes acudían a la ópera por primera vez.
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Seguro que tenéis un montón de anécdotas que contar.
Lo más emocionante fue que nos llegaban a decir cosas como “¡es que yo no sabía que a mí me gustaba la ópera!” y eso fue algo revelador y decisivo para confirmar que estamos en el buen camino de creación de público, de comunidad, de vecindad, de redes de colaboración en las que la gente se siente orgullosa de tener una ópera en su pueblo y de haber podido vivirla desde dentro, al ser partícipes de ese movimiento, Las relaciones que se establecieron fueron muy gratificantes para profesionales y no profesionales.
¿Cuál es el legado de esta ópera rural?
De momento, ya tenemos la petición de la Diputación de Badajoz para repetir el año que viene. Consideramos varias opciones y buscamos teatros en poblaciones de no más de 20.000 habitantes, en los que podamos llegar a aforos de entre 500 y 600 butacas, que sería lo ideal para dar cabida a todo esto. Y desde luego intentaremos volver a crear esas redes de colaboración dentro de lo local, porque es la forma más acertada de crear expectación, interés y conocimiento y de sensibilizar sobre una disciplina que, a priori, se puede considerar que es algo elitista y alejada. Hemos visto que no es así.
Hemos involucrado a jóvenes, a mayores y, en definitiva, a personas de todas las edades y niveles económicos. Se deja un impacto en la zona durante los meses de preparación con artistas, técnicos, etc. Es un proyecto muy grande, en el que han participado 74 personas de manera directa. Y no olvidemos que también es inclusivo como vehículo de aprendizaje para estudiantes que han colaborado desde los institutos de formación profesional, las escuelas superiores de arte dramático o los conservatorios. Podría ser muy interesante para aprender oficios relacionados con la ópera, como imagen, sonido, caracterización, escenografía, etcétera.
¿Qué otros proyectos de esta magnitud desarrolláis o tenéis previsto lanzar?
En lo relativo a participación ciudadana, todos los años emprendemos un proyecto que se llama Contenedores de arte, destinado a la transformación de espacios abandonados o en desuso de propiedad municipal. Ahí también se crean esas dinámicas de participación entre personas profesionales, aficionadas, amantes del arte. Y todo desde el punto de vista del bien común.
En 2018 AUPEX fue una de las seis finalistas de los Premios Triodos Bank, que reconocen el compromiso con la sociedad de personas y organizaciones que han contado con financiación del banco. ¿Qué une a AUPEX y a Triodos?
Evidentemente, la responsabilidad social. Es decir, tener claro que tenemos un compromiso con la sociedad en la que vivimos y que debemos devolverle lo que nos da. Si tenemos conocimiento y posibilidades de crear proyectos es porque, primero, la sociedad lo demanda, pero también por nuestra responsabilidad hacia el territorio, por esa lucha contra la despoblación de la que hablábamos antes, por esa transformación social que se pretende generar. Siempre pretendemos procurar esa mayor calidad de vida y facilitarla en cualquier entorno, ya sea rural o urbano.
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