La idea de contabilizar algo más que el dinero empieza a extenderse más allá de la banca ética, ante una urgencia climática que obliga a un compromiso colectivo.
Una herramienta común contra el cambio climático
Tras el pacto por la supervivencia humana que fue el Acuerdo del Clima de París, 12 bancos en Holanda, entre ellos Triodos Bank, tomaron un compromiso muy concreto: “Cooperar en una iniciativa para conseguir transparencia y uniformidad en la medición de la huella de carbono y la fijación de objetivos de reducción”.
Una parte básica de los deberes está hecha. El pasado diciembre, la Plataforma para la Contabilidad Financiera del Carbono creada por estos bancos publicó, tras 2 años de trabajo, un informe final que detalla cómo medir la huella de carbono de proyectos financiados por la banca, de hipotecas e incluso de las inversiones en acciones o en bonos de deuda pública.
¿Suena abstracto? Sonará menos si pensamos en los volúmenes económicos que mueven los bancos y en los efectos positivos o negativos en cuanto a emisiones de efecto invernadero que pueden generar sus decisiones de financiación e inversión.
Todo en un contexto en el que ya se sufren las consecuencias humanas del cambio climático. “Las emisiones globales deben ser desacopladas del crecimiento económico y reducidas en un 60% en 2050 para limitar el calentamiento global por debajo de 2 °C”, reconocen estos bancos, recogiendo el guante lanzado por los países firmantes del Acuerdo del Clima.
Un paso más en el camino de la banca ética
¿Puede sonar a un cierto acercamiento a los conceptos promovidos por la banca ética? Está por ver, pero hay más señales en la misma dirección.
Para Valdis Dombrovskis, vicepresidente de la Comisión Europea, “el sector financiero tiene un papel de gran relieve para financiar un futuro sostenible”. Realizaba esta afirmación tras la presentación el pasado 31 de enero de un informe sobre finanzas verdes encargado por Bruselas. El trabajo, Financiando un futuro sostenible, que Triodos Bank apoya pese a considerar que requeriría de más ambición, recoge la necesidad de aplicar una transparencia total sobre las emisiones de CO2 vinculadas con las inversiones bancarias.
A una conclusión similar llega el Grupo de Trabajo para la Divulgación de Información Financiera Relacionada con Cuestiones Climáticas (TCFD), formado por entidades financieras y compañías relevantes de otros sectores.
Si Triodos Bank quiere ir más allá es, principalmente, por su propia concepción de la transparencia, anterior al Acuerdo del Clima.
En la web de la entidad de banca ética, cualquier persona puede ver información de las iniciativas que financia el banco y de su impacto en la sociedad. Forma parte del contrato con sus clientes, que de esta forma saben adónde va su dinero y pueden hacer un consumo responsable de banca.
Triodos Bank también ha destacado por publicar las cuentas anuales junto a sus resultados de impacto social, según los indicadores del Global Reporting Initiative.
Y, posteriormente, desarrolló un baremo común sobre el impacto social y ambiental de la actividad bancaria, en colaboración con la Alianza Global para una Banca con Valores, con el propósito de inspirar a más organizaciones. Además de facilitar, desde 2017, información sobre su contribución a los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU, que incluyen metas como la erradicación de la pobreza o el acceso a la educación.
Como explica James Niven, director de Asuntos Corporativos de Triodos Bank, ahora se trata de ir un paso más lejos: “Queremos pasar de rendir cuentas sobre nuestro impacto a medirlo como modo de gestionarlo para mejorarlo”.
Según Niven, en una entidad de banca ética que ya ha sido pionera en aspectos como no financiar proyectos vinculados con los combustibles fósiles, no se trata tanto de seleccionar proyectos que hagan “salir mejor en la foto” de la huella de carbono.
En la banca ética, la medición de la huella de carbono aportará una contribución real a la sociedad al utilizarse para actuar codo con codo con iniciativas diversas, como las de los sectores social y cultural que trabajan con Triodos Bank, para que también puedan reducir su impacto ambiental.
La influencia de la banca ética
En definitiva, las personas y organizaciones que trabajan con banca ética pueden ver como su confianza se traduce en algo más que el impulso directo a iniciativas positivas.
Con su apoyo, también se hace posible influenciar al sector financiero para que, algún día, “contar algo más que el dinero” forme parte de la normalidad.
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