Aspectos como la conexión entre plaguicidas y parkinson, su asociación con diversos tipos de cáncer o la regresión que, al parecer, provocan en las poblaciones de algunas especies animales, ocupan artículos recientes de publicaciones científicas como Scientific Reports (Nature) o son reconocidos por trabajos de la Organización Mundial de la Salud o la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria.
Ante esta realidad, la agricultura ecológica se presenta como una alternativa de peso. En esta entrada destacamos sus valores clave:
¿Cómo surgió la agricultura ecológica?
La agricultura ecológica empezó a desarrollarse en el primer cuarto del siglo XX como respuesta a la utilización masiva de fertilizantes minerales y plaguicidas sintéticos para incrementar el rendimiento agrícola. Posteriormente, en la década de los 70, se multiplicaron las iniciativas privadas para regular los productos ecológicos, y promocionar el actual reconocimiento oficial de los beneficios de la agricultura ecológica.
¿Agricultura ecológica es volver a la tradición?
“La agricultura ecológica se entronca en la de nuestros abuelos, pero incorpora los conocimientos científicos modernos”, explica Ricardo Colmenares, experto en la disciplina y director de la Fundación Triodos. En este sentido, “la agricultura ecológica no ve el entorno como una amenaza para el desarrollo de los cultivos, sino que se adapta a cada ecosistema intentando aprovechar lo mejor posible las condiciones locales”.
¿Cómo sabemos que un producto es ecológico?
En Europa, los productos ecológicos incorporan el logotipo europeo de certificación ecológica, que busca facilitar su identificación y garantiza que como mínimo el 95% de sus ingredientes se han elaborado siguiendo las normas comunitarias que regulan la agricultura ecológica. También le acompañan otros certificados oficiales que otorgan los consejos reguladores de la agricultura ecológica de las comunidades autónomas o de entidades privadas autorizadas.
¿Cuáles son sus beneficios básicos?
Según la Unión Europea, la agricultura ecológica “contribuye a la protección de nuestros recursos naturales, la biodiversidad, el bienestar de los animales y ayuda en el desarrollo de las zonas rurales”. Pero, ¿cómo lo consigue? Principalmente, evitando el uso de productos químicos que pueden permanecer a largo plazo en el suelo y los alimentos, con efectos en el medio y potenciales daños para la salud de las personas.
Destaca también la calidad de los alimentos ecológicos, que tienden a contener más nutrientes y componentes que “contribuyen a una mejor salud humana, incluyendo una incidencia menor de enfermedades no transmisibles”, según la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO).
¿Cómo se puede prescindir de plaguicidas?
La agricultura ecológica implica un enfoque distinto en la producción de alimentos.
Para evitar recurrir de forma intensiva a los plaguicidas, los cultivos ecológicos cuentan con medidas diversas, como la rotación de cultivos para evitar la incidencia de enfermedades o el uso de variedades vegetales más resistentes, adaptadas al medio local y con mayor variabilidad genética, lo que permite una mejor adaptación a cambios como los climáticos. Además, la agricultura ecológica utiliza solamente productos fitosanitarios naturales.
¿Por qué favorece la biodiversidad medioambiental?
El uso de especies autóctonas en lugar de un número limitado de especies vegetales comunes en todo el mundo, como se realiza en los cultivos convencionales, permite la conservación de estas variedades locales y, en consecuencia, de la biodiversidad. Al mismo tiempo, la no utilización de insecticidas u otros productos agresivos evita la disminución de especies silvestres y auxiliares como lasabejas, claves para la polinización y, por lo tanto, para la producción de alimentos.
¿Es una agricultura productiva para alimentar al mundo?
Es común escuchar el mensaje de que la agricultura ecológica cuenta con un grave inconveniente: una supuesta incapacidad para alimentar a toda la población mundial.
Sin embargo, como menciona el completo reportaje Organic can feed the world, “lo que suele faltar en el debate de la agricultura convencional versus la ecológica son estudios respaldando la idea de que la ecológica no puede alimentar a una población mundial en aumento”.
A un tiempo, informes como el del Relator Especial de las Naciones Unidas para el Derecho a la Alimentación, Olivier De Schutter, defienden que la agricultura ecológica “es un modo de desarrollo agrícola que no sólo presenta fuertes conexiones conceptuales con el derecho a la alimentación sino que, además, ha demostrado que da resultados para avanzar rápidamente hacia la concreción de ese derecho humano para muchos grupos vulnerables en varios países y entornos”. En la misma línea, la FAO subrayaque “la agricultura ecológica ayuda a relocalizar los sistemas alimentarios allí donde existe pobreza y hambre” y que “contribuye a un mayor bienestar social, a través de remuneraciones justas y trabajo sin explotación que mejora el control sobre los recursos”.
Para la UE, “los científicos no han podido concluir si la producción ecológica es menos eficiente que la de otros sistemas. Existen diversos estudios que defienden una y otra teoría. El informe de la Universidad de Cornell, frecuentemente citado al abordar este asunto, encontró similares niveles de productividad entre ambos sistemas”. O, por su parte, científicos como Tomás García Azcárate, Doctor ingeniero agrónomo y miembro de la Academia de la Agricultura de Francia, sostienen que, para combatir el hambre, más que poner el foco en aspectos como los transgénicos, habría que atender otros. “Hay comida suficiente para todos hoy, y para nueve mil millones de habitantes mañana”, afirma recordando que “tiramos entre el 30 % y el 50 % de los alimentos que producimos en los países desarrollados”.
¿Será siempre más cara?
En países como España, líder europeo en producción de alimentos ecológicos, su consumo está poco extendido, existiendo una diferencia significativa en su precio. Sin embargo, en otros con un mayor consumo de productos ecológicos como Alemania o Dinamarca la diferencia de precio se encuentra en torno a un 10 %. Entre otros factores, resulta clave el tamaño del mercado, que se prevé que siga aumentando en un 12 % anual en España hasta 2020, según los datos de un estudio destacado anteriormente en Somos Triodos.
La cuestión del precio de los productos ecológicos es un debate abierto, como pudo verse en la II Conferencia Internacional de Agricultura Ecológica y Financiación, cuyos resúmenes se pueden descargar aquí.
Junto con el desarrollo del mercado y de la distribución de los alimentos ecológicos, con gran margen de mejora, en los precios del sector de la agricultura ecológica influye también la internalización de los llamados “costes ocultos” de la agricultura convencional. Los sistemas de cultivo ecológico permiten evitar costes ambientales como la contaminación de acuiferos o la erosión de suelos, que están asociados a los cultivos convencionales, pese a que no figuren en el precio final de los productos. Otros factores, como la necesidad de más mano de obra de la agroecología, también influyen en los costes.
Más allá del interrogante sobre los precios futuros, también se plantean posturas en favor de dar más valor a la alimentación dentro de nuestras compras, por su relevancia para nuestra salud y la del planeta. ¿Se trata, en realidad, de vivir de otra manera?
¡Muchas gracias por tu comentario!
Por favor, confirma tu comentario haciendo clic en el enlace del e-mail que has recibido.